viernes, 17 de abril de 2009

Secretos de una noche de verano...Capitulo 1



Camino de piedra.


La carroza avanzaba a través de los árboles por un rocoso camino. Catalina tenia la mirada fija en una de las ventanillas y daba la espalda a sus padres. Por cada centímetro más que aquellas ruedas recorrían notaba que su alegría y la esperanza de remediar aquello, estaban cada vez más lejos.


Los árboles comenzaban a desaparecer y el camino se allanaba. Ya estaban a pocos metros del castillo y su madre le había indicado, antes de salir, que debía ser amable y sonreír en todo momento, pero no pensaba llevar a cabo lo que le había ordenado, ya que lo que sentía era frustración y angustia. ¿A caso no se daban cuenta de que ella sufría? Si, claro que lo sabían pero a ellos no les importaba, y menos si estaba en juego la corona.


El carruaje paro frente a la gran puerta del castillo. Catalina bajo del carruaje y giro sobre sus talones para observar el paisaje. Una voz masculina la saco de su ensimismamiento, era su padre, estaba llamándola para que se acercara. Resignada se acerco. Un hombre de la edad de su padre y rechoncho se acerco a ella y le beso la mano, miro al cielo y pidió que no fuera aquel su prometido, a continuación una mujer muy delgada y alta, con una preciosa melena pelirroja que hacía juego con el color rosado de sus mejillas le dio dos besos.


Aidan: Disculpad el retraso de mi hijo, pero es algo despistado, en seguida aparecerá. ¿Tienes ganas de conocerlo Catalina?


La joven ni se molesto en contestar, ya que en su rostro podía notarse el desacuerdo con la decisión aquella. Alegra miro a su hija, la cual parecía negarse ha hablar, y eso le preocupaba, no quería que tuviera problemas. Aidan pasó por alto la ignorancia de la joven e hizo pasar a la familia al completo.


Como la hora de comer se acercaba, todos pasaron al comedor, donde estaban preparando la mesa. De repente un joven alto y de tez morena apareció por la puerta del servicio.


Aidan: Brian, ¿Dónde estabas? ¿No sabes que es de mala educación hacer esperar a las damas?


Brian: Lo siento padre. Se me pasaron las horas y no me di cuenta. Iré a cambiarme, enseguida vuelvo.


El despistado chico pasó junto a Catalina, la cual ignoro su presencia ya que estaba metida en su mundo, haciendo voto de silencio, para ver si así su padre entraba en razón. Los sirvientes apartaron las sillas para que cada uno tomase asiento y esperaran a Brian.


Alegra: Nefer (Se dirigió a la pelirroja) Esta tarde podremos mirar los detalles de la boda.


Nefer: Si, solo tenemos dos meses para los preparativos y abra que enviar invitaciones.


Ambas mujeres mantuvieron la charla durante la hora de comer. Catalina se aparto algo de puré de calabacines y lo único que hizo fue darle vueltas a la cucharilla, cuando se canso de realizar la misma acción repetidas veces, pidió permiso para retirarse de la mesa. Salió al jardín, que estaba lleno de jazmines. Camino hasta sentarse en un banco donde agacho la mirada y miro el verde césped. Alguien se sentó a su lado.


Alegra: ¿Por qué no vas a conocer a Brian?


Catalina: Yo no he decidido esto, no voy hacer nada porque salga bien.


Alegra: Estoy de acuerdo con eso, pero no intentes que salga mal, porque las cosas se pagan caras.


Catalina: ¿Estás amenazándome?


Alegra: Solo te aviso de lo que puede ocurrirte si impides que todo esto vaya a delante. Si quieres no aportes nada de tu parte, pero tampoco lo impidas.


Catalina: No necesito que nadie me advierta de nada. Ahora déjame sola.


Alegra se alejo de la joven, pero alguien se acercaba. A Catalina le llamo la atención unos pies frente su mirada, así que subió la cabeza para ver quien era. Allí estaba de pie frente a ella, su futuro marido. Se puso en pie y comenzó a caminar sin darle importancia al hombre.


Brian: ¿Por qué se comporta así?


Catalina no contesto a la pregunta del joven, se acerco a un matojo de jazmines y acaricio las florecillas que crecían en él. Se agacho con cuidado para poder olerlas y cerró los ojos para sentir el placer del agradable perfume. Brian la observaba desde el banco y sintió algo especial, aquella pequeña mujer no era igual que las otras, era distinta, pero no solo por su belleza, sino por su forma de actuar y la ternura que desprendía en cada paso que daba. Se acerco despacio y se agacho junto a la mujer, que aun permanecía con los ojos cerrados. Arranco uno de las pequeñas flores y se la coloco en la parte izquierda de la cabeza, enganchada al pelo. La joven al notar los calidos dedos del hombre, abrió repentinamente los ojos y se alejo. Brian no entendía la reacción de la chica, ¿Por qué lo rechazaba? Algo confuso se marcho de allí. Catalina volvió su rostro al notar la ausencia de la mirada de su futuro marido y actual prometido. Subió la mano izquierda y acarició la flor que aun colgaba de su pelo


Brian paso junto a la mesa donde tomaban el té, Nefer y Alegra. La pelirroja llamo a su hijo, preocupada por su acelerado paso y su rostro desencajado. El chico le contó lo sucedido en el jardín y Alegra se disculpó por el comportamiento indebido de su hija. Esta nunca pensó que debería avisar a su marido, pero está ocasión lo requería. Pidió permiso para retirarse y subió las escaleras con cuidado de no tropezar con alguno de los faldones. Paro frente a un portón de madera y lo golpeo varias veces, abrió y pidió a Lisandro, su marido, que saliera unos instantes para poder conversar.


Lisandro: ¿Qué ha ocurrido?


Alegra: Tu hija, está teniendo un comportamiento muy extraño y ha hecho sentirse mal al pobre Brian.


Lisandro: ¿Qué ha hecho exactamente?


Alegra: Lo ha rechazado y tan siquiera le ha saludado. Ha optado por hacer voto de silencio y creo que esto puede afectar, Nefer se ha sentido ofendida.


Lisandro: Iré ha hablar con Catalina.


Catalina seguía metida en su mundo, lo que no esperaba era la llegada de su padre, parecía enfadado, pero aun sabiendo que esto podía traerle problemas, no hecho mucha cuenta a su presencia. Lisandro la tomo del brazo y la giro bruscamente, ¿Qué habría pasado?


Lisandro: ¿En qué estás pensando?


La chica seguía sin entender, ella no había echo nada mal, solo estaba callada. Lisandro al no obtener respuesta de su hija le dio una sonora cachetada en la mejilla a la joven, la cual se ofendió.


Catalina: ¡Me rompes todos los esquemas de mi vida, me traes a un sitio que no sabía, hasta hace dos días, que existía, me obligas a casarme con un hombre que ni si quiera conozco y para terminar me das una bofetada sin ninguna razón! ¿Te hice algo papa?


Lisandro: ¡No voy a permitir que me hables en ese tono, soy tu padre y tienes que respetarme como tal!


Catalina: ¿Qué te respete? ¿Tú has respetado mi vida o has tenido en cuenta mi opinión sobre todo esto?


Lisandro: Yo solo quiero el bien para ti.


Catalina: ¿Para mí? No creo que traerme aquí ha la fuerza y obligarme ha hacer algo a lo que me opongo sea lo mejor para mí.


Lisandro: ¡Quieras o no te casaras con Brian, eso tenlo por seguro, así que tu sabrás o te lo tomas bien o te lo tomas mal, como prefieras!


Catalina: Cada uno se toma las cosas como quiere y no pienso aportar nada a toda esta falsa. Haz lo que quieras, pero conmigo no cuentes ni para elegir el traje de novia.


Lisandro se macho, estaba enojado, no soportaba la rebeldía de aquella muchacha, pero no iba a permitir que se saliera con la suya, eso sería por encima de su cadáver.


Brian, preocupado por la chica salio a su búsqueda, aquello lo había provocado él con su comportamiento infantil. Catalina estaba sentada en el mismo banco donde la encontró la primera vez, tenía la cabeza agachada y parecía triste. Se acerco y le subió la cabeza con la mano derecha. Aquella imagen no le gustaba nada, las lágrimas corrían por las sonrosadas mejillas de la morena y sus ojos desprendían la suficiente tristeza para hacer llorar a medio reino. Seco cada gota con sus pulgares. La chica giro la cabeza rechazándolo de nuevo.


Brian: Lo siento, no pretendía que te ocurriera nada… (Fue cortado por la mujer)


Catalina: No eres ningún santo, así que no lo intentes ser frente a mí. Como te has sentido despreciado por mí, has ido corriendo a los brazos de tu madre para que se quejara a mi padre, eso es lo único que ha ocurrido. Ahora déjame sola, no tengo ánimos para estar acompañada y menos por ti.


Brian: Catalina de verdad yo no quise provocar todo esto, fue tu madre la que le contó todo a tu padre.


Catalina puso cara de asco, aquella persona le era tan hostil a su mundo que de verdad le afectaba en su estado de ánimo. No podía tenerlo cerca. Deseaba despertar de aquella pesadilla que estaba atormentando a sus sueños y que no la dejaba tan si quiera respirar.

miércoles, 15 de abril de 2009

Secretos de una noche de verano...Prólogo




Sueños Rotos:

La arena acariciaba suavemente sus pies descalzos mientras apreciaba el crepúsculo. Sus mejillas estaban bañadas de lágrimas y notaba como la luz de su vida iba atenuándose poco a poco hasta que apenas se distinguía entre la oscuridad. Ella no era dueña de su destino, sino su padre, el cual había elegido a su futuro marido.

Miró hacía el horizonte, intentando perderse en él. Su larga cabellera negra ondeaba con el viento y las faldas eran arrastradas por el mismo.

Una pregunta tras otra pasaba por su cabeza, y no encontraba respuesta para ninguna; ¿Dónde habían quedado aquellos cuentos donde la princesa era feliz con el hombre a quien quería? ¿Qué había sido de aquella niña que sonreía a cada paso que daba y que no tenía ninguna preocupación?

No estaba prepara para todo aquello y no quería aceptar la pura realidad.

A su espalda se escucharon unas pisadas, que hacían crujir cada grano de arena. Una mujer, no mucho mas alta que Catalina, se acercaba hasta la joven, que en esos instantes estaba jugando con las olas que terminaban en la orilla.

Una dulce voz entre salió de los labios de Catalina, la cual apenas podía hablar por la angustia.

Catalina: Mama, ¿Por qué esta pasando todo esto?

La mujer, con cara apenada, se recogió las faldas y se sentó en la tibia arena. Comenzó a sumergir su mano en la arena, haciendo que esta quedase cububierta por los pequeños granos sepia.

Alegra: A veces las cosas en la vida no salen como una pretende. Hay que ceñirse a que algunas personas quieran escribir nuestro camino.

Catalina: No hay derecho, lo que esta haciendo es una barbaridad, deberías impedirlo.

Alegra: Catalina, las cosas están sucediendo así, no puedo hacer nada para evitarlo.

Catalina: Tu estas de acuerdo con la decisión de él. (Le dio la espalda)

Alegra se levanto y se acerco a la chica. Noto como los ojos de esta comenzaban a desprender varias lagrimas, aquello le rompía el corazón, pero no podía evitar nada.

Alegra: Desde que eras pequeña pretendí alejarte de la realidad, de todo lo que pudiera hacerte daño, pero fue el mayor error que cometí. Te idee un cuento de hadas y ahora, de un día a otro, se ha roto por completo. Esta es la realidad Catalina, la vida es así y tienes que aceptarla como viene.

Catalina: No puedo aceptar esto, no es justo.

Alegra: En este mundo no todo es justo.

Catalina: Se que mi vida se arruinara si hago esto, no puedo y tampoco quiero.

Alegra: Siempre puedes convertir la realidad en una aventura. Solo hace falta un poco de imaginación. Solo piensa en esa posibilidad.

Comenzó a caminar por sus propias huellas, alejándose de la chica, la cual quedo pensativa.

Catalina seguía luchando en su fuero interno por comprender todo aquello, pero era en vano, insistía en que su precioso cuento de hadas se había roto que su por venir era totalmente oscuro.